En Italia, Ana una bibliotecaria de la Universidad La Sapienza de Roma fue el primer caso de permiso laboral (concretamente de dos días, retribuido con la normativa del contrato colectivo de los funcionarios públicos), por «grave motivo familiar y personal«. Se trataba de asistir a su perro enfermo, que tenía necesidad de una intervención veterinaria urgente. La Universidad le había negado el permiso, pero la empleada lo logró basándose en sentencias anteriores del Tribunal Supremo que establece penas de hasta un año de cárcel y multas de entre 1.000 a 10.000 euros por abandono y maltrato animal. Gianluca Felicetti, presidente de la protectora LAV que colaboró con la mujer en el caso, aseguró que éste supone un precedente muy importante en el país porque «supone la toma de conciencia de que los animales forman parte del núcleo familiar, algo que debe ser reconocido por la ley».
En conclusión, en España aún estamos muy lejos de otros países, pero es importante seguir luchando para que los permisos para cuidado de animales dentro de familias interespecie queden reflejados en la normativa laboral, o en su defecto, en los convenios colectivos, como ya se está haciendo ya sobre todo, en otros países, pues cada vez son más las empresas sensibles que se suman a la concesión de permisos laborales para el cuidado de mascotas enfermas o recién adoptadas, visita al veterinario e incluso por muerte.