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Desde que el volcán Cumbre Vieja en La Palma comenzara su erupción, cientos de animales han sido rescatados por los servicios de emergencia terrestres. Muchos otros, los menos afortunados, fueron considerados superfluos y dejados atrás en viviendas, zulos o corrales.

Según el presidente del Cabildo «El lugar en el que ha ocurrido la erupción es una zona de ámbito rural y muchas personas viven de la agricultura y de la ganadería, y también hay muchos cazadores». Los cazadores de la isla al parecer están preocupados porque “en la zona cero no se va a poder cazar en muchos años” y la zona afectada por el volcán «era uno de los mejores lugares para cazar perdices morunas y conejos de toda la isla».

El pasado 8 de octubre fueron localizados varios podencos que permanecían en dos estanques en Todoque, una zona rodeada por la lava. La opción de que un rescate en helicóptero fue descartada por el elevado riesgo que conllevaría sobrevolar el magma y el acceso por tierra también fue calificado como inviable, de modo que tras diversas peticiones y presión social ante la falta de apoyo específico por parte del Cabildo de La Palma y por parte de otras instituciones, como el Gobierno canario o el Gobierno central, a las asociaciones y voluntariado, finalmente se autorizó el suministró agua y comida mediante el uso de la tecnología, concretamente mediante drones. No existía solución para sacarlos de allí. Posteriormente una empresa tecnológica gallega Aerocámaras se brindó a viajar para poder rescatarlos con unos drones especialmente diseñados para tal fin. Tras no pocas gestiones y trabas burocráticas, y el tiempo perdido consiguiente, realizadas las pruebas de control y los simulacros y todo listo para el rescate… los perros ya no se encuentran allí.

Han desaparecido misteriosamente.

Los que también andan desaparecidos son los responsables de estos animales. Después de varias semanas con el rescate copando los medios de comunicación y las redes, seguimos desconociendo su identidad.

Sin embargo, hoy mismo se ha publicitado un video corto de algo más de un minuto, donde se dice que los perros han sido rescatados por «el equipo A» y están con sus «legítimos propietarios», los cazadores. El pseudónimo entendemos que es para no dar la cara y para que no se les identifique. 

«Estamos flipando», admite un portavoz de Aerocamaras. «Esta mañana hicimos un vuelo de reconocimiento y encontramos huellas humanas en la zona donde estaban los perros y donde supuestamente es imposible acceder. También vimos la pancarta que dice que los animales están bien». «Si es así, genial, son buenas noticias», continúa el portavoz. «Pero llevamos muchos días trabajando y dándonos un palizón para encontrarlos. Si alguien de verdad los ha rescatado, que nos lo diga y lo demuestre y paralizaremos el operativo«, reclaman desde la empresa que lleva cerca de un mes preparando el dispositivo.

Pero además del video y una publicación en una web de caza, no hay más información, ni se la espera.

Ello nos suscita al menos, dos incógnitas y una reflexión…

Emergencia tras emergencia, invariablemente observamos la fuerte improvisación en estos casos. Se evacúan a las familias, pero no se garantiza la evacuación de sus animales. Hay personas que no se quieren ir de allí sin ellos, y no obtienen facilidades para hacerlo porque “no está previsto”. Otros, por el contrario, no tienen problemas en salir de allí sin ellos, condenándolos a una muerte segura. La Administración estas circunstancias no las tiene en cuenta, aunque le supone muchos gastos, como en el presente caso. Suele haber otras prioridades.

La primera pregunta que nos hacemos: ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para tener la regulación de un protocolo urgente para el rescate de animales en caso de emergencias?

Y la segunda incógnita: ¿Tan difícil es localizar la identidad de los responsables y, en su caso, pedirles responsabilidad? Para cualquier investigador aficionado es relativamente fácil acceder a la parcela catastral donde se halla; con un mínimo de interés por parte de las autoridades se podría llegar a saber quién es el titular de los animales y al menos saber las circunstancias de su abandono. Muchos estamos sufriendo por animales a los que no conocemos, pero que nos importan. Animales que no deberían estar allí. Animales que tienen un responsable. Muchas personas anónimas, que nos sentimos impotentes pero que identificamos esa situación como de una injusticia extrema. El art. 337 bis del Código Penal regula como delito el abandono animal: “aquél que abandone un animal de los mencionados en el apartado 1 del artículo anterior en condiciones en que pueda peligrar su vida o integridad, será castigado con una pena de multa de uno a seis meses (…)”. ¿Qué se está haciendo al respecto para derivar la responsabilidad hacia los responsables «irresponsables»? ¿Se les va a reclamar al menos, los gastos del operativo?

Nuestra reflexión: recordamos que La Palma carece de un albergue o refugio público para la recogida y atención de animales extraviados o abandonados, como sería lo preceptivo. Entidades privadas, asociaciones de protección animal y particulares están supliendo la labor que debería hacer la Administración, cargando sobre sus hombros todos los esfuerzos incluso económicos, en una suerte de enriquecimiento injusto que no están obligadas a soportar. Las entidades de protección animal han de destinar el triple de recursos que antes, y ello en base a donaciones particulares y voluntariado.

Este volcán con su lava ha tapado zonas enteras, pero con su acción también ha dejado al descubierto muchas miserias.

Por Eloi Sarrió

Director de Aboganimal

Créditos foto: Leales.org